
Por Gonzalo Cornago
Se encerró en el vestuario, se paró delante de todo su plantel y con gesto adusto recorrió con la mirada a todos y cada uno de sus jugadores. El silencio era total. En ese mismo instante supo que no iba a poder comunicarles todo lo que quería. Alcanzó a pronunciar unas pocas palabras, cuando las lágrimas emoción no le permitieron seguir hablando. El tipo frontal y áspero, el que les gritaba y estaba encima de cada detalle todos los días. Estaba llorando.
En su momento como jugador y ahora como entrenador, nunca regaló frases de ocasión ni se ocupó demasiado en “caerle bien” a dirigentes, ni a periodistas, ni a entrenadores ni siquiera a los aficionados. Tan ácido como infranqueable, Heinze es frontal hasta la brutalidad y es capaz de decirle a un dirigente –que lo quiere contratar- “con vos no hablo, porque de fútbol no entendés nada”.

Heinze por sus jugadores mata y muere. Por eso, es que, así como no pudo pronunciar palabras cuando tuvo que decirles que no seguiría trabajando con ellos, fue que flaqueó en plena conferencia de prensa cuando le preguntaron que le había dicho el plantel al contarle la decisión que había tomado. Como pocas veces la prensa podía ver al verdadero Heinze.
El personaje difícil, duro, hermético y muy poco afecto a entablar diálogos públicos, se había derrumbado. Esa coraza de hierro que construyo para blindarse hasta de burlas que tuvo que recibir en algún momento como futbolista, no estaba más. Al roble duro y gruñon, se le había caído la careta
En épocas de redes sociales y multiplicación sin freno de imágenes y palabras, no se deja invadir por voces ni miradas ajenas. Quizás hasta se cierre demasiado, por eso ayer en la Villa Olímpica todos se sorprendieron cuando anunció que no seguiría siendo DT de Veléz. Una decisión que tenía tomada desde hace un tiempo, pero que no se la había comentado a casi nadie, porque quería que sus jugadores no se desenfoquen en la parte final del torneo.
“Cuando vos estas en un lugar y sentís que no te escuchan te tenés que ir” me había dio alguna vez. Y eso es lo que sentía Heinze con la dirigencia: no lo escuchaban y lo que es peor, le mentían. Sentía que el proyecto de hacer más grande al club de Liniers, se lo entorpecían los mismo dirigentes «La verdad ya la saben. El libro de estos dos años ya está escrito. No se puede estar en posiciones tan dispares» disparó ante la prensa.
Siempre eligió no ser cortesano y dar pelea. Un tipo contestatario que va de frente no podía convivir con dirigentes que le decían una cosa y hacían otra.

Ha demostrado ser algo más que un entrenador. En su momento en Argentinos Juniors se ocupó hasta de la alimentación de varios de esos chicos que llevaba a comer a su casa y pagó equipamientos –como GPS para los entrenamientos- de su propio bolsillo. A la Paternal llegó a un equipo descendido y no solo lo devolvió a primera sino que dejó ganancias por más de 25 millones de dólares por venta de jugadores que potenció.
Algo similar sucedió en Liniers, lo contrataron cuando el equipo estaba en zona de descenso, con un plantel con algunos problemas de disciplina. Primero sacó al equipo de la zona roja. Luego lo clasificó a Copa Sudamericana y los deja clasificado a la Libertadores. El equipo tuvo protagonismo en cada torneo. Durante su gestión ingresaron más de 35 millones de dólares en ventas. Mas lo dividendos que dejarán Thiago Almada, Lucas Robertone y todos los jóvenes que ha potenciado.
Su gran obsesión es que sus jugadores trasciendan en el fútbol. Que entiendan que con sacrificio y dedicación, pueden cambiar su vida y las de su familiares. Por eso tiene 118 planteos ofensivos y defensivos trabajados. “Yo no me perdono que en el juego pase algo que yo no entrené, no analicé, no lo sabía o no se lo he dicho a mis jugadores. Como entrenador debo saber todo lo que puede llegar a hacer el rival. Cada día tratar de darle más herramientas a mis jugadores para que puedan crecer y progresa”.
Por eso defendió a su plantel ante cualquier crítica y siempre fue él el que daba la cara en las derrotas. Cuando las victorias eran trascendentes, les dejaba el lugar a sus jugadores y se retiraba en silencio.
“Mi viejo me enseño que hay que ir siempre con la verdad y de frente. Después si a las demás personas les molesta, no es un problema mío. Digo lo que siento. No me sale ser de otra manera. A veces me cierro mucho y termino aislado por ser frontal. Pero prefiero ser así antes que ser hipócrita. Me sale esto, no sé si está bien o mal, pero soy auténtico”.
Así vive y siente Gabriel Heinze. Con la misma vehemencia que empleaba para marcar a sus adversarios, defiende sus valores y principios. No tranza nunca.
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