
25 de Mayo aprovecho la ventaja de dos goles que obtuvo en el partido de ida y con el empate cero a cero frente a Cultural Aranguren, volvió a gritar campeón en el año de su Centenario
Por Gonzalo Cornago

“No sé si son mejores que los demás rivales, pero ellos están convencidos que van a salir campeones” comentaba alguien que conoce como pocos la intimidad del plantel de 25 de Mayo. El Decano no es perfecto, pero adora el riesgo y esos son sus retos favoritos. Cuando se siente desafiado es cuando mejor responde.
Imposible atropellarlo. La idea está afirmada, todos saben lo que tienen que hacer y cómo hacerlo. Puede no lucir, ni estar en su mejor nivel. De echo en estas finales contra Aranguren, fue clave su efectividad, pero no pudo imponer su juego La herencia anímica es otro de sus valores. Nunca se rinde. Lo demostró también en semifinales cuando enfrentó a Atlético Lucas González y tanto en el partido como local y en el de visitante, tuvo que remontar el resultado

25 juega sin deudas. Puede perder, claro, pero generalmente no pierde. No es casual: Jugó nueve finales de la Unión Deportiva y ganó ocho.
Únicamente está cómodo cuando la obligación es máxima, por eso se potencia si merodea la fatalidad. Sus comienzo en los torneo son siempre irregulares y hasta en este campeonato perdió un partido por goleada, pero una vez que comienzan los mano a mano, es difícil desenfocarlo. Es tremendamente competitivo. Huele sangre y va por su presa.
Su columna vertebral es claramente identificable. En el arco Sciara es inamovible, su defensa granítica próximamente quizás pierda a sus generales: Wilhelm y Madariaga. En el mediocampo Perotti es imprescindible y en la delantera Daian Sciara y “Gato” Arrua convierten cualquier situación de riesgo en gol
A veces 25 luce. Otras tantas, pragmático y despiadado, reduce al rival sin demasiados lujos. Un equipo asentado, un funcionamiento reconocible. En los partidos sin retorno, cuando la trascendencia es máxima, el Decano se siente cómodo.
Si lo más difícil en un equipo es transmitir una marca, 25 la lleva grabada a fuego. En el año del centenario sabía que no tenía otra opción que levantar una nueva copa. Fue y cumplió con su objetivo sin importarle quien se le ponía en su camino. Con la deuda saldada, el plantel sabe que tendrá que mejorar para seguir siendo competitivo y volver a cargar sus vitrinas.

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